Nosotras que vivimos dentro de mi
Ahora sé que hay varias cosas que nos pasan: la nostalgia de ser quienes ya no somos y la culpa, siempre atada, como un alambre en el ombligo. Mantenemos la respiración todas nosotras, para no hacer ruido, no llamar la atención de las demás, desapercibidas y desprovistas. La soledad de la multitud y de la múltiple tarea: amamanta a los hijos, siente y actúa, crea, compón, friega los platos, descansa, haz un collar de helechos por donde trepar e instigar. Pero todo eso en la cabeza porque en realidad solo damos de comer y esperamos, una tras otra, nuestro turno. Mi turno es el turno de mi madre, que nunca se atrevió a hablar y ahora me roba la boca y me amarra como las bridas que tiene en el útero. Bridas al poder. Frenada debajo de una mujer muy grande muy gorda y muy fea que no sabe qué es la felicidad. Ella habla a mi través. Si la dejo me impone penas largas que nunca termino de pagar: el llanto del hijo el llanto del hombre el llanto de todas nosotras que no sabemos por qué estamo